No hay ni el dramatismo ni ciertamente la espectacularidad de las mutaciones mecánicas de los Transformers en las famosas películas que llevan este título, pero no hay duda de que nuestras vidas son una transformación constante: desde que nacemos hasta que morimos se transforma cada célula de nuestro cuerpo, crecemos, engordamos, adelgazamos, envejecemos... y también se transforman nuestro pensamiento, nuestros sentimientos, nuestro actuar, nuestra forma de ver la vida. Lo mismo ocurre con las culturas. Si bien nos esforzamos por preservar todo lo valioso que hay en ellas, lo queramos o no, las culturas se encuentran también en constante transformación. Como ejemplo, un par de pequeñas iniciativas de la Parroquia de Sabana Yegua, en el suroeste de la República Dominicana, donde trabajamos.
La más reciente es la campaña “Creando cultura de la limpieza”, iniciada por la Pastoral Juvenil y que pretende fomentar, a través de repartir cubos de basuras en puntos estratégicos de los pueblos y también de la limpieza de una playa local, la noción de que la basura se tiene que tirar al zafacón. Se trata de que la gente se vaya concienciando hasta que haya una transformación real de los hábitos, para que el cuidado y la limpieza de las calles de nuestros pueblos en la República Dominicana sea parte de la cultura de todos.
Si somos mujeres y hombres en constante transformación, aceptemos el desafío de toda transformación cultural que nos lleve a una vida más digna y más plena. ¡Vale la pena!