La fiesta de la Navidad es una de las fiestas más conocidas e universales del planeta. No es de extrañar que sea, de una manera u otra, una fiesta para todos. Una fiesta para…
Los que están al tanto de que no es casualidad que la Navidad sea el solsticio de invierno (o sea, que ya era fiesta antes de que fuera Navidad).
Los que van a la misa del gallo apenados por que la Navidad ya ha perdido definitivamente su sentido religioso.
Los que intentan, y logran, sin pena, vivir la Navidad en su sentido religioso y también celebran y también van a la misa del gallo.
Los que no saben que la Navidad tiene un sentido religioso, pero disfrutan de ella religiosamente (esos no van a la misa del gallo, aunque algunos quizás sí).
Los que saben qué es la Navidad y por eso no la celebran, y los que no lo saben, pero la celebran.
Los que quieren celebrar la Navidad y no pueden.
Los que están con los que no pueden celebrarla, para que sí puedan.
Los que creen que el espíritu navideño es el más humano de los espíritus, y también el más divino.
Los que sospechan que la Navidad es la mejor estrategia de marketing desde… ¿el siglo XIX?
Los que calculan el gasto (de compra y consumo) de las bombillas navideñas del vecino, más que nada por envidia. Estos suelen ser los del punto anterior.
Los que también sospechan lo del marketing y por eso se acuerdan de los que están fuera de esa estrategia.
Los que creen que la Navidad es pura demagogia: “tal y como está el mundo no estamos por cursiladas...”
Los que piensan que tal y como está el mundo, la Navidad es una ventana imprescindible a la solidaridad, a la esperanza y generosidad.
Los que no pueden ya más con los villancicos, pero caen rendidos ante el champán.
Aquellos para quienes la Navidad significa un reencuentro familiar, y les encanta. Y los que no les encanta tanto.
Los que recuerdan a alguien amado que se fue, y duele, y sin embargo celebran.
Los que experimentan la Navidad como unas memorias difusas en la resaca del día de San Esteban.
Los que no saben que el 26 de diciembre es el día de San Esteban.
Los que en la Navidad hacen su agosto.
Los que celebran la Navidad en pleno verano, sin frío, sin nieve y con arbolitos de plástico (en el sur).
Los que no saben que es el solsticio de invierno (en el norte).
Y finalmente los que sabemos que la Navidad es un poco todo esto, porque, al fin y al cabo, la Navidad es para todos.