La palabra vulnerable viene del latín vulnerabilis, formada de vulnus (herida) y el sufijo -abilis (able, que indica posibilidad) y significa “que puede ser herido o herida”. Aunque en nuestro título se repiten las palabras vulnerable y derecho, los conceptos expresados en las dos frases que encabezan este artículo son claramente distintos: reflexionemos un poco sobre ellos.
Derecho a ser vulnerables
¡Qué bueno es ser vulnerable! Sabernos vulnerables es sabernos humanos y humildes. Reconocernos vulnerables antes los demás nos da la capacidad de conectar con otros seres vulnerables (¡resulta que todos lo somos!), y nos da la capacidad de que se desarrollen sinergias y simpatías de los unos con los otros; en lenguaje de moda, buenas vibras. ¡Ojalá nos sepamos mostrar vulnerables antes las personas que nos importan y nos necesitan!
Derechos vulnerados
Ahora bien, frente al reconocimiento de esta cualidad, no es de cajón que se vulneren nuestros derechos inalienables. Obviamente una cosa es exponer nuestra naturaleza vulnerable en un momento dado y otra cosa es que el estado, las instituciones, los colectivos o las personas vulneren (a veces sistemáticamente) nuestros derechos: Los de todos, pero especialmente los derechos de grupos históricamente más pisoteados. Por listar algunos: los derechos de las mujeres, de las personas con discapacidad, de los niños, de los ancianos, de los millones de personas que malviven en países en vías de desarrollo (o muchas veces al revés, países en vías “aceleradas” de subdesarrollo). Los derechos a la alimentación, salud, educación y vivienda entre otros muchos. Esos derechos siguen estando tremendamente ultrajados en el siglo XXI al mismo tiempo que la riqueza de unos pocos, y la indiferencia de unos muchos, siguen trazando su camino con apisonadora llevándose lo que encuentren por delante.
Ojalá nos atrevamos a mostrar nuestra cualidad de personas vulnerables con nuestra familia y amigos, como cualidad de personas con un corazón de carne, sensible, palpitante y doliente. Ojalá al mismo tiempo seamos personas fuertes para luchar por tantos y tantos derechos humanos humillantemente vulnerados, y así mostrar una vez más este corazón de carne, sensible, palpitante y doliente.