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Viernes 22 Diciembre 2017

Lunes 18 Diciembre 2017
El pasado 19 de noviembre se celebró el Día Mundial del Saneamiento, y Naciones Unidas nos recordaba que actualmente hay en el mundo 2.400 millones de personas sin acceso a saneamiento, y casi mil millones de personas que realizan sus necesidades fisiológicas al aire libre.
 
La Comunidad de San Pablo lleva ya 14 años en la República Dominicana, y prácticamente desde el principio de nuestra presencia en el país nos involucramos, desde la Parroquia La Sagrada Familia de Sabana Yegua (Azua), en la construcción de letrinas o sanitarios para la población más desfavorecida de la región en la que trabajamos. A pesar de los notables avances que se han realizado, hoy todavía quedan casi 1,000 familias en el territorio parroquial que atendemos sin sanitario.
 
Recientemente el hermanamiento de la Parroquia La Sagrada Familia con la Archidiócesis de Milwaukee cumplió 35 años, y el pasado enero se celebró este aniversario con la visita del arzobispo de Milwaukee y un grupo de peregrinos a la República Dominicana. En vistas de la necesidad de sanitarios dignos para las familias, el arzobispo dedicó su campaña de Cuaresma a esta causa. A su llamado respondieron generosamente amigos y conocidos, recaudando suficiente dinero para construir 200 letrinas.
 
Agradecemos enormemente su colaboración y aprovechamos esta oportunidad para mostrarles un corto vídeo, en inglés, en el que los sacerdotes de La Sagrada Familia explican el proceso de construcción de una letrina.

 

 

Lunes 11 Diciembre 2017

La Comunidad de San Pablo ha establecido un taller de corte y confección en el barrio Granjas de San Pablo de Bogotá, Colombia

 
 
Como ampliación del trabajo pastoral y de promoción humana que la CSP está desarrollando en el sur de Bogotá, hemos dado inicio a un nuevo proyecto: el establecimiento de un taller de capacitación para mujeres en el que se les ofrecen clases de corte y confección.
 
Después de varias reuniones con mujeres del barrio interesadas en poderse formar en algún campo que en el futuro les diera la posibilidad de obtener ingresos para sus familias, decidimos que la mejor opción era la costura. Una vez tomada esta decisión nos pusimos a buscar la persona que pudiese dar el curso, y tuvimos la fortuna de encontrar a una profesora que lleva más de veinte años impartiendo cursos de corte y confección en distintas instituciones de Bogotá y que estaba dispuesta a ofrecer sus servicios. Seguidamente pudimos adquirir nueve máquinas industriales de coser (cuatro máquinas planas, tres fileteadoras y dos de collarín) y procedimos a instalar el taller en los locales de una asociación vecinal del barrio Granjas de San Pablo.
 
El primer grupo de alumnas es de 16 mujeres, de edades diversas, que se inscribieron para poder realizar dos semestres completos de formación. Las clases tienen lugar tres días por semana en horas de la tarde. Cuando terminen el segundo semestre, la CSP ayudará a las participantes que lo deseen a organizarse como micro-empresa productora de prendas de vestir (blusas, faldas, ropa interior, ropa deportiva…). Entonces, utilizando las mismas máquinas del proyecto, podrán empezar a comercializar sus productos y así ayudar a sus familias.
 
Es hermoso ver el entusiasmo con que las alumnas han acogido este proyecto, y también el ambiente de camaradería y solidaridad que se ha ido creando entre ellas. En febrero de 2018, cuando el curso escolar empiece en Colombia, iniciaremos con un nuevo grupo de alumnas, mientras las primeras siguen con su segundo semestre formativo.
 
Desde aquí queremos agradecer a todas las instituciones y personas que con su aporte nos han ayudado a establecer este centro de capacitación, y nos ayudan a mantenerlo. 

 


 
 

Domingo 19 Noviembre 2017
Este domingo, 19 de noviembre, se celebra por primera vez en toda la Iglesia Católica una Jornada Mundial de los Pobres, bajo el siguiente lema: «No amemos con palabras, sino con obras».

El Papa Francisco ha querido iniciar así una tradición que dirija el foco de atención de toda la comunidad cristiana sobre los pobres, siguiendo las indicaciones del concilio Vaticano II: «El gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos, son también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo y no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón» (Gaudium et Spes, 1).

La intención de esta jornada es sensibilizar a toda la sociedad de que los cambios necesarios para erradicar la pobreza requieren de un compromiso continuado de parte de todos, como indica con claridad la carta de presentación con la que se convoca esta jornada: «La Iglesia no puede ser espectadora pasiva ante el drama de la pobreza, y los cristianos no pueden contentarse con una esporádica y fragmentaria participación para tranquilizar la conciencia».

Señala el Papa Francisco la necesidad de compartir los dones de la vida con los demás, pues «el amor no admite excusas: el que quiere amar como Jesús amó, ha de hacer suyo su ejemplo; especialmente cuando se trata de amar a los pobres. Si deseamos ofrecer nuestra aportación efectiva al cambio de la historia, generando un desarrollo real, es necesario que escuchemos el grito de los pobres y nos comprometamos a sacarlos de su situación de marginación. No pensemos sólo en los pobres como los destinatarios de una buena obra de voluntariado para hacer una vez a la semana, y menos aún de gestos improvisados de buena voluntad para tranquilizar la conciencia».

Sabemos que la pobreza reviste muchas caras, tanto materiales, como también afectivas y espirituales. Todas ellas nos interpelan y nos piden dejar de un lado nuestra indiferencia o resignación y comprometernos, de forma continuada, con las personas más necesitadas de nuestro entorno.

Finaliza el Papa indicando que «esta Jornada tiene como objetivo, en primer lugar, estimular a los creyentes para que reaccionen ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro. Al mismo tiempo, la invitación está dirigida a todos, independientemente de su confesión religiosa, para que se dispongan a compartir con los pobres a través de cualquier acción de solidaridad, como signo concreto de fraternidad. Dios creó el cielo y la tierra para todos; son los hombres, por desgracia, quienes han levantado fronteras, muros y vallas, traicionando el don original destinado a la humanidad sin exclusión alguna».


 

Martes 14 Noviembre 2017

La CSP recibe el premio Vaticano II por Servicio a las Misiones, otorgado por el arzobispo de Milwaukee

 
 
El pasado martes, 7 de noviembre, la Comunidad de San Pablo fue distinguida por el arzobispo Jerome Listecki de la Arquidiócesis de Milwaukee con el Premio Vaticano II, por Servicio a las Misiones. Los premios Vaticano II se establecieron en 1991 para reconocer a personas que, con sus vidas y ministerio, ejemplifican la visión pastoral que la Iglesia Católica formuló en el Concilio Vaticano Segundo.
 
Los criterios para la recepción de este premio (Servicio a las Misiones) son los siguientes: que los receptores del mismo hayan fomentado la misión de Jesús, y hayan sido testimonios de la presencia de Dios en nuestro mundo diverso; que hayan demostrado su deseo de compartir el Evangelio; que hayan mostrado mutualidad en la misión (dando y recibiendo), impulsados por un espíritu de justicia, oración y alegría.
 
Tradicionalmente, los premios Vaticano II se entregan a individuos. En el caso de la Comunidad de San Pablo, es la primera vez que el premio se concede a un colectivo. Este año, además de la Comunidad de San Pablo, hubo 14 personas que recibieron un premio Vaticano II de manos del arzobispo, por haberse distinguido en diversas áreas de servicio eclesial y por su contribución a la sociedad. Desde aquí, queremos expresar nuestro agradecimiento al arzobispo Listecki y a la Arquidiócesis, por ese bonito reconocimiento. 


 

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