Desde hace dos meses, varios incendios invaden uno de los pulmones más verdes de Bolivia. Los noticieros hablan de más de dos millones de hectáreas quemadas en la zona de la Amazonía, la Chiquitanía y el Chaco boliviano. Se trata de un verdadero desastre ambiental para la fauna y la flora, así como humanitario, para los indígenas que habitan esas tierras, que lo están perdiendo todo.
Cada año, en esta época del año, se realizan los “chaqueos”, o quemas controladas, para preparar el terreno para la siembra o para la crianza de ganado. Normalmente no escapan del control humano, pero este año el gobierno boliviano ha aprobado un polémico decreto que promueve la ampliación de la frontera agrícola en zonas de bosques permitiendo la “quema controlada” y el asentamiento de nuevos colonos de otras zonas del país. Esto ha provocado que las quemas tradicionales se hayan descontrolado, causando la presente situación.
Varias instancias del país, entre ellas la Conferencia Episcopal Boliviana, están pidiendo a gritos que el gobierno declare una emergencia nacional en las zonas afectadas, y que se abra a la ayuda internacional de expertos para controlar los incendios. Además, para poner freno a esta catástrofe medioambiental muchas voces también solicitan la prohibición inmediata de los chaqueos así como de la instalación descontrolada de los nuevos campesinos en tierras de la zona no aptas para la agricultura. Esperamos que de manera inmediata y urgente se tomen las medidas para frenar esta tragedia que está afectando al país.