El personal sanitario, personal de limpieza, reponedores de supermercado, vendedores, conductores, cargadores, carteros… El coronavirus ha puesto en primer plano a muchos de los trabajos y trabajadores/as que normalmente damos por asumidos pero que hoy son considerados curiosamente los trabajos indispensables.
Esta pandemia, en toda su brutalidad y dolor, ha puesto de manifiesto el grado de interdependencia de nuestra sociedad. La sociedad es orgánica, es un organismo en el que todas las partes son igualmente necesarias. De nada me valen todos los ejecutivos ni los banqueros, ni accionistas del mundo, sino tengo una persona que se encargue de llevar la comida al super, o alguien limpiando los baños de las oficinas de Wall Street.
De la misma forma que la epidemia es total (pan-demia), ojalá podamos reconocer que la sociedad no está basada en ideas como “la ley del más fuerte”, o el “sálvese quien pueda”, ni el mito de la persona hecha a sí misma. Vivimos en una pan-dependencia (la interdependencia total). Reconocer y aceptar esto nos va a ayudar a construir una sociedad que sea cada vez más igualitaria.