En un artículo publicado en abril de Vida Nueva (una revista católica de España), el Papa Francisco escribió sobre la necesidad y la urgencia de crear un “Plan para la Resurrección”. Haciendo referencia a María Magdalena y a la otra María que encuentran la tumba vacía, con la gran piedra apartada a un lado, el Papa dice que nos encontramos en una situación en la que nos podemos hacer la misma pregunta que las mujeres se hicieron cuando estaban en camino a la tumba: “¿Quién nos correrá la piedra del sepulcro?” (Mc 16, 3). Francisco comenta que "es la pesantez de la piedra del sepulcro lo que se impone ante le futuro y que amenaza, con su realismo, sepultar toda esperanza”. Pero las mujeres “frente a las dudas, el sufrimiento, la perplejidad antes la situación, e incluso el miedo… fueron capaces de ponerse en movimiento y no dejarse paralizar por lo que estaba aconteciendo”.
Así llegan al sepulcro, “en medio se sus ocupaciones y preocupaciones”, y no se dan cuenta que “la piedra ya había sido apartada”, y “solo una noticia desbordante era capaz de romper el círculo que les impedía ver que la piedra ya había sido corrida”. No está aquí. Ha resucitado.
El Papa Francisco propone que la crisis internacional presentada por el nuevo coronavirus es un “momento favorable” para imaginar con creatividad las posibilidades de renovar nuestras estructuras y organizaciones sociales. Iluminados por el evangelio e inspirados por el Espíritu Santo, podemos ver en este momento histórico la importancia de “unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral” (citando su Laudato Sí, n. 13). Algo que hemos aprendido en esta pandemia es que “nadie se salva solo”. Si bien esto se refleja en las Escrituras y en las enseñanzas de la Iglesia, hoy lo estamos viviendo de manera directa, con la necesidad de esfuerzos al nivel global para frenar la propagación de la COVID-19.
Es precisamente en este momento de organizar una “nueva normalidad” que Francisco ve la oportunidad para que seamos intencionales con respecto a cómo nos relacionamos unos con otros y cómo construir una economía y sociedad mundial que supere lo que él considera la “globalización de la indiferencia”. Es decir, podemos ser intencionales acerca de lo que es la “nueva normalidad” y, en lugar de simplemente volver a lo que era, preferir tener una red socioeconómica basada en valores sociales y religiosos que protejan la dignidad de la persona humana, en lugar de ver a una persona como “algo” que puede ser explotado como trabajador, o hasta como consumidor.
Jesús nos da una guía clara de cómo construir tal sociedad en los valores presentados en las Bienaventuranzas. En mayo, Pablo Cirujeda, sacerdote del CSP que trabaja en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario en la Ciudad de México, reflexionó en este mismo blog sobre las bienaventuranzas como “una hoja de ruta en tiempos de la pandemia”. Decía Pablo que “las bienaventuranzas no contienen una promesa vacía de un consuelo futuro, ni una invitación a la resignación ante el sufrimiento presente. Antes bien, son una invitación activa a trabajar por remediar las causas del sufrimiento humano, ahora y aquí”.
Las noticias internacionales han explicado cómo la pandemia está afectando con mucha fuerza a México, especialmente su capital. Los miembros del CSP presentes allí (Pablo, Sarah y Àngels) han estado ocupados ayudando a las familias en la parroquia y en nuestro Centro de San José.
Un complemento edificante y hermoso a estos esfuerzos ha sido el mural basado en las bienaventuranzas que la parroquia ha pintado en una de sus paredes. “En realidad había estado planeando el proyecto mural desde septiembre”, dijo Pablo, “pero el artista con el que estaba trabajando no pudo continuar entonces. Ahora pude encontrar a alguien más para el proyecto, y creo que fue el momento perfecto para hacerlo, justo en medio de la crisis”.
Tenemos una oportunidad única, quizás la única en muchísimo tiempo, para reconstruir, resucitar como sociedad, resucitando como un mundo más fuerte y más justo después de la pandemia. La hoja de ruta son, como siempre lo han sido, los valores de esperanza y justicia presentados en las bienaventuranzas. “Espero”, dijo el Papa Francisco sobre nuestro momento actual, “que descubramos que tenemos en nosotros los anticuerpos necesarios de justicia, caridad y solidaridad”.
Aquí puedes ver un vídeo de la pintura del mural en México: https://youtu.be/-aarTHImiLM. Si quieres apoyar los esfuerzos de la CSP en sus esfuerzos relacionados con el COVID-19, ver nuestra página http://www.csp-covid19.com.