Centro-pueblo-Comunidad-San-Pablo

Titular noticias
Miércoles 14 Junio 2023
 


En el pasado mes de marzo se celebró en los EE. UU. el evento “MUJERES EN MISIÓN: CELEBRANDO LA LLAMADA MISIONERA DE LAS MUJERES”, auspiciado por la Oficina de Misiones de la Arquidiócesis de Milwaukee. En dicho acontecimiento fueron reconocidas dos mujeres, y una de ellas fue Idalia Nieves-Reyes. El premio “CONSTRUCTORA DE PUENTES” es inspirado por la Hermana Frances Cunningham, S.S.S.F., antigua directora de la Oficina de Misiones, y se le concedió a Idalia por su trabajo en la Parroquia Juan Pablo II de Milwaukee en la campaña de Cuaresma de 2022. El proyecto que ella gestionó, “Derecho a una Vivienda Digna”, recaudó fondos para la construcción de tres casas en la parroquia La Sagrada Familia de Sabana Yegua (República Dominicana).

Idalia quiso destinar el premio monetario que recibió a las mujeres de La Sagrada Familia. Así, el domingo 28 de mayo, con motivo del día de las madres, decidimos realizar una hermosa fiesta. En esta ocasión dimos prioridad a las madres jóvenes. En República Dominicana, y especialmente en la región suroeste del país, hay muchas madres jóvenes vulnerables, solteras o con varios hijos, con situaciones socioeconómicas muy difíciles. Invitamos a esta población para expresarles un reconocimiento, para rendirles homenaje y recordarles su gran valor. El evento tuvo la participación de la Dra. Gloria Adames, quien compartió consejos en la crianza de los niños con una charla distendida y dinámica. Al final se obsequió a todas las madres con una merienda y un regalo. La jornada fue formativa, relajada y gozosa. Agradecemos desde aquí a Idalia Nieves-Reyes por su entrega, generosidad, y solidaridad por partida doble.


 

Jueves 8 Junio 2023

Un grupo de Wisconsin visitó recientemente la comunidad de la CSP en Bogotá, para crear lazos de hermandad entre Colombia y los EE. UU.

 

 
 
Del 22 al 30 de mayo, un grupo de 10 personas procedentes de Wisconsin realizó una enriquecedora visita a la Parroquia La Resurrección de Bogotá, que está al cargo de sacerdotes de la Comunidad de San Pablo.  El viaje fue organizado por la Oficina de Misiones de la Arquidiócesis de Milwaukee, y las personas que formaron el grupo eran feligreses de diversas parroquias del sureste de Wisconsin.
 
Su semana en Bogotá fue intensa: pudieron conocer algunos lugares emblemáticos de la capital colombiana, y, sobre todo, se pudieron hacer una idea del día a día de la vida parroquial en La Resurrección: participaron en varias Eucaristías, compartieron reuniones con distintos grupos parroquiales, una noche acompañaron al grupo de voluntarios que realiza la “Ruta del Aguapanela” por las calles del barrio, tuvieron un par de sesiones formativas acerca de la Iglesia en América Latina y de Colombia, y, sobre todo, establecieron vínculos de amistad con miembros de nuestra parroquia, aquí en Bogotá.
 
Fue, en definitiva, una hermosa experiencia de fraternidad eclesial, de sentirnos, verdaderamente, “amigos en el Señor”, y a la postre unos y otros (norteamericanos y colombianos) pudieron comprobar que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa.


 

Jueves 4 Mayo 2023

En las próximas semanas y meses iremos publicando breves entradas en este blog comentando, una por una, las Bienaventuranzas del Evangelio de Mateo. Lo haremos sin ningún ánimo de erudición académica, simplemente reaccionando con atención a lo que propone Jesús, tratando de aplicarlo a nuestra vida diaria.




Preámbulo
 
Las Bienaventuranzas que nos regala el Evangelio de Mateo (Mt 5, 1-12) son un texto fundamental de la fe cristiana, y una de las páginas más bellas del Nuevo Testamento. En ellas, Jesús resume de forma magistral su estilo de vida, el estilo de vida que invita a sus seguidores a poner en práctica.
 
El primer gran acierto de las Bienaventuranzas es que en ellas Jesús rehúye el lenguaje moral, o moralista, y no habla del deber de sus seguidores, de aquello que ellos y ellas están obligados a llevar a cabo para ser considerados personas rectas. Y mucho menos prohíbe nada (en la línea de los diez mandamientos del Antiguo Testamento). El uso de órdenes y prohibiciones hubiese convertido las Bienaventuranzas en tu texto legalista y frío, en un nuevo decálogo: tal vez útil y sabio, pero no necesariamente atractivo ni ilusionante. En vez de optar por el lenguaje de la ley, Jesús describe su estilo de vida subrayando lo que, en el fondo, es: un camino hacia la felicidad. Dichosos los que hagan todo esto que les digo, afirma. Dichosos. Y, al expresarse en clave de felicidad, toca una fibra íntima en todo aquel que le escucha. Porque, ¿quién no quiere ser feliz? Asegurando que lo que propone es un itinerario hacia la dicha, Jesús hace que su mensaje llegue a cualquier ser humano, de cualquier época y cultura, apelando a uno de los deseos más universales que existen.
 
Lo que entonces ocurre, por supuesto, es que cuando empezamos a leer nos encontramos con que este camino de Jesús hacia la felicidad es muy paradójico. Enseguida nos damos cuenta de que se trata de un camino sorprendente, audaz, alejado de las fórmulas convencionales en las que nosotros pensaríamos instintivamente si se nos preguntara cómo lograr la dicha. La propuesta de Jesús constituye un camino alternativo, incluso opuesto, al camino que solemos imaginar, desde nuestras categorías y con nuestras luces, cuando meditamos sobre lo que requiere la obtención de la felicidad. Este carácter paradójico de la propuesta de Jesús se pone de manifiesto ya desde la primera bienaventuranza.
 
«Felices los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos»
 
He aquí una afirmación que, mal entendida, se presta a una peligrosa demagogia: alguien sin demasiados escrúpulos podría ampararse en esta primera bienaventuranza para elogiar la pobreza material, y podría terminar diciendo que la miseria santifica y que pasar hambre hace feliz a la persona, algo que cualquier hambriento desmentiría con los ojos cerrados. No: Jesús (que, en la línea de todos los profetas del Antiguo Testamento, denunció la desigualdad económica y el abuso de ricos y poderosos sobre el pueblo explotado) no está alabando la miseria (porque no hay nada elogiable en ella).
 
Lo que Jesús dice, cuando afirma que serán dichosos los pobres en el espíritu, es, en primer lugar, que será feliz aquella persona que en su interior, en lo más hondo de sí misma, se sienta pobre, es decir, necesitada de los demás, y de Dios. Esta primera bienaventuranza es fundamentalmente un aviso muy serio en contra de la autosuficiencia. La arrogancia de quien se cree rico, en el sentido de no precisar nada de nadie, es un camino seguro hacia la amargura, por el sencillo hecho de que es mentira: todos necesitamos a los demás, y cuanto antes lo reconozcamos, mejor.
 
«Porque de ellos es el reino de los cielos». Claro: solamente personas conscientes de su fragilidad, de su vulnerabilidad, de necesitar el apoyo, el calor, la ternura, el consuelo, la compañía y la amistad de los demás podrán vivir en el reino de Dios, el “lugar” donde reinan los valores del evangelio. Los prepotentes y pagados de sí mismos, los narcisistas incapaces de reconocer que otras personas pueden enseñarles algo útil, los que ven a la otra gente como una carga y no como una riqueza, no sabrán (no podrán) vivir en un reino fundado en la fraternidad.
 
Y sí, esta bienaventuranza también tiene una dimensión económica. Porque es lógico pensar que los pobres en el espíritu también son quienes han hecho una opción por un estilo de vida sobrio. Han entendido que, en la vida, la verdadera riqueza son los demás, las amistades que podamos forjar con ellos… y, entonces, han relativizado la importancia de todo lo material. Han comprendido que se puede vivir con menos, han captado el peligro de idolatrar al dinero, y en consecuencia practican una sana austeridad, la austeridad responsable de quien entiende que los recursos del mundo son limitados, y que, en nuestra aldea global, el lujo de unos cuantos se paga con la miseria de la mayoría.


 

Miércoles 26 Abril 2023

Denny Jacob, miembro de la Comunidad de San Pablo, fue ordenado diácono transicional junto con siete compañeros del Seminario diocesano de Milwaukee.


 
 
El pasado sábado 22 de abril, ocho candidatos al sacerdocio de la Arquidiócesis de Milwaukee fueron ordenados diáconos transicionales en la Catedral de San Juan Evangelista, en el centro de Milwaukee. Uno de ellos es Denny Jacob, miembro de la Comunidad de San Pablo. Denny, que nació en India, inició su proceso de formación con nuestro grupo misionero cuando en 2013 viajó a República Dominicana. Después de casi cinco años allí, se mudó a los Estados Unidos, donde comenzó sus estudios filosóficos y teológicos en el Seminario de San Francisco de Sales.

La ordenación fue una hermosa ocasión para celebrar el compromiso de estos ocho hombres con el Evangelio y la Iglesia, y su voluntad de servir al pueblo de Dios. Deberían ser ordenados sacerdotes dentro de un año, en mayo de 2024.


 

Domingo 9 Abril 2023
 


Hace muchos años durante un funeral en las calles de Sabana Yegua (República Dominicana), la hija del difunto me confrontó en medio de mi homilía con las siguientes palabras: «Yo tengo miedo por mi papá. ¿Y usted, de verdad se cree eso?». Cabe decir que durante la homilía intentaba consolar a la familia hablando sobre la esencia de nuestra fe: la Resurrección. Les decía que por fe creemos que Jesús, después de su muerte, resucitó y, en su resurrección, destruyó la muerte y nos dio vida eterna. Todos los bautizados en Cristo disfrutamos de dicha Gracia. Ese día fue la primera vez que me enfrenté con la pregunta: ¿y por qué creer en la resurrección?
 
Para poder responder a esta pregunta debemos empezar por reflexionar acerca de los sentimientos que el grupo de seguidores de Jesús experimentó después de la trágica muerte de su maestro en la cruz. La crucifixión del Viernes Santo fue un evento devastador que fulminó las esperanzas de los que caminaban con Jesús, y la condena de Jesús los dispersó (Mt 26, 56). Las horas posteriores a la cruz tuvieron que ser angustiantes. Sin saber qué iba a pasar, sin saber qué se podría hacer, sin saber qué pensar. Los momentos antes de la resurrección fueron momentos de miedo y angustia. ¿Se cumpliría, la promesa de Jesús? La ansiedad y desespero estaban a flor de piel. Muchos de nosotros a veces vamos por la vida con ansiedad y angustia porque no sabemos bien qué nos deparará el futuro y dicha incertidumbre nos da miedo.
 
El evangelio de Mateo nos narra el momento determinante en el que Jesús es revelado como un hombre nuevo a las mujeres (Mt 28, 1-10). Estas dos mujeres, en su angustiosa espera y dolor, van al sepulcro movidas por la esperanza de confirmar la promesa del Señor. Quieren respuestas a sus dudas. Quieren comprobar que no todo está perdido. Quieren ver el sepulcro. Una vez allí, el ángel las anima a no temer. El poder de las palabras del ángel les infunde esperanza. En ese momento de dolor, de perdida, de desespero, de miedo, lo primero que oyen es un «no temáis» seguido por la noticia de que Jesús está vivo y va rumbo a Galilea. Rumbo al lugar donde todo comenzó y donde las cosas fueron más caseras, amigables, familiares y bonitas. Galilea, tierra lejana a las maquinaciones de la institución religiosa de Jerusalén. Galilea, donde todo era compartido al aire libre. Nada a las escondidas, como la última semana en Jerusalén. «No temáis» son palabras que animan.
 
Las mujeres reaccionan corriendo y llenas de alegría, impresionadas por lo que acaban de ver y escuchar. En ese instante confirman la promesa de Jesús: su Resurrección. No hay tiempo que perder, hay que anunciar la buena noticia. Las buenas noticias se llevan a toda prisa. Una vez ellas salen corriendo con ganas de compartir con los demás la resurrección de Jesús, se encuentran con Jesús mismo y las palabras del maestro son «no temáis». Y una vez más, el anuncio de encontrarse en Galilea. La resurrección destruye el miedo. Creer en la resurrección nos da valor para no temer y tener plena confianza en la vida. Y esa certeza nos llena de alegría y gozo.
 
Me hubiese gustado responder a la joven que me expresó su miedo con las palabras del Señor: «no temas». Me hubiese gustado haber transmitido la confianza que el ángel confirió a las mujeres que, entonces, corrieron a toda prisa y con gozo a anunciar al resucitado. La verdad fue que solo respondí «yo sí, me lo creo plenamente». Si la volviera a ver, añadiría: «Me lo creo plenamente porque la Resurrección me da valor para vivir la vida sin miedos y confiar plenamente en la promesa del Señor de una vida plena en alegría».


 

Feed RSS de noticias

Archivos del blog









Contacto

1505 Howard Street
Racine, WI 53404, EE.UU.
racine@comsp.org
Tel.: +1-262-634-2666

Ciudad de México, MÉXICO
mexico@comsp.org
Tel.: +52-555-335-0602

Azua, REPÚBLICA DOMINICANA
azua@comsp.org
Tel. 1: +1-809-521-2902
Tel. 2: +1-809-521-1019

Cochabamba, BOLIVIA
cochabamba@comsp.org
Tel.: +591-4-4352253

Bogotá, COLOMBIA
bogota@comsp.org
Tel.: +57-1-6349172

Meki, ETIOPÍA
meki@comsp.org
Tel.: +251-932508188