Alumnas del curso de costura promovido por la Comunidad de San Pablo en Bogotá organizan una exposición con prendas de vestir confeccionadas por ellas
El pasado 5 de agosto tuvo lugar en la parroquia La Resurrección, del sur de Bogotá (Colombia), la primera exposición de prendas de vestir confeccionadas por las mujeres del taller de Corte y Confección que la Comunidad de San Pablo estableció hace un año en el barrio El Pesebre. La exposición fue una experiencia muy positiva, tanto para las mujeres que forman parte del proyecto, que pudieron dar a conocer su trabajo, como para la comunidad parroquial, que tuvo la oportunidad de apreciar los frutos del taller. Varias personas, al ver la buena calidad de las prendas expuestas, les encargaron vestidos, blusas y chaquetas.
Esta exposición se ha podido llevar a cabo gracias a la constancia y el empeño del grupo de mujeres que después de un año entero de formación llegan ahora al final de la primera etapa. Y ya están muy ilusionadas con la siguiente: establecer una cooperativa productiva mediante la cual el aprendizaje recibido pueda redundar en beneficios directos para sus familias. A todas las participantes en nuestro centro de costura, les queremos decir: ¡muchas felicidades, y mucho ánimo para seguir adelante!
La Comunidad de San Pablo ha establecido un taller de corte y confección en el barrio Granjas de San Pablo de Bogotá, Colombia
Como ampliación del trabajo pastoral y de promoción humana que la CSP está desarrollando en el sur de Bogotá, hemos dado inicio a un nuevo proyecto: el establecimiento de un taller de capacitación para mujeres en el que se les ofrecen clases de corte y confección.
Después de varias reuniones con mujeres del barrio interesadas en poderse formar en algún campo que en el futuro les diera la posibilidad de obtener ingresos para sus familias, decidimos que la mejor opción era la costura. Una vez tomada esta decisión nos pusimos a buscar la persona que pudiese dar el curso, y tuvimos la fortuna de encontrar a una profesora que lleva más de veinte años impartiendo cursos de corte y confección en distintas instituciones de Bogotá y que estaba dispuesta a ofrecer sus servicios. Seguidamente pudimos adquirir nueve máquinas industriales de coser (cuatro máquinas planas, tres fileteadoras y dos de collarín) y procedimos a instalar el taller en los locales de una asociación vecinal del barrio Granjas de San Pablo.
El primer grupo de alumnas es de 16 mujeres, de edades diversas, que se inscribieron para poder realizar dos semestres completos de formación. Las clases tienen lugar tres días por semana en horas de la tarde. Cuando terminen el segundo semestre, la CSP ayudará a las participantes que lo deseen a organizarse como micro-empresa productora de prendas de vestir (blusas, faldas, ropa interior, ropa deportiva…). Entonces, utilizando las mismas máquinas del proyecto, podrán empezar a comercializar sus productos y así ayudar a sus familias.
Es hermoso ver el entusiasmo con que las alumnas han acogido este proyecto, y también el ambiente de camaradería y solidaridad que se ha ido creando entre ellas. En febrero de 2018, cuando el curso escolar empiece en Colombia, iniciaremos con un nuevo grupo de alumnas, mientras las primeras siguen con su segundo semestre formativo.
Desde aquí queremos agradecer a todas las instituciones y personas que con su aporte nos han ayudado a establecer este centro de capacitación, y nos ayudan a mantenerlo.
La Comunidad de San Pablo, a través de sus cursos laborales, ha propiciado la creación de una cooperativa de costura en Meki, Etiopía.
El pasado mes de febrero 45 estudiantes se graduaron de cocina, pintura y costura en nuestro centro “Kidist Mariam”. Entonces diez de las jóvenes graduadas de costura propusieron crear, en el mismo centro, una cooperativa para confeccionar uniformes escolares. Los uniformes son de uso obligatorio en todas las escuelas del país, y solo en Meki hay 15 escuelas. Se pusieron manos a la obra, y el primer pedido ha sido de 597 uniformes, para la escuela comunitaria del barrio de Oda. En julio las jóvenes de la cooperativa tomaron las medidas a los estudiantes, y a día de hoy están terminando los uniformes, pues el curso empezará el 28 de septiembre y al ser un pedido tan grande, van justas de tiempo.
Ha corrido la voz de que este servicio está en marcha y ya han llegado más pedidos para escuelas de la zona rural. Nos alegramos por la nueva cooperativa de costura, y vemos que trabajo, ¡no les va a faltar!
El centro de capacitación laboral de Meki (Etiopía) celebra el fin de semestre con una excursión
¡Qué mejor forma de celebrar el final del semestre con nuestras estudiantes de cocina, costura y peluquería, que yendo de paseo de fin de curso!
La ciudad de Meki está situada en la zona del Rift Valley. Los lagos Koka, Zway, Abiyata, Shala y Langano son compañeros de ruta a lo largo de los 215 kilómetros de carretera que va desde Addis Abeba hacia el sur de Etiopía.
Así que nos fuimos precisamente a visitar flamencos, marabúes y garzas del lago Abiyata, y a las aguas termales cercanas al lago Shala. A pesar de estar a sólo 85 kilómetros de Meki, nuestras estudiantes ni sabían de la existencia de una reserva natural de animales y aguas termales en esa zona, ni mucho menos la habían visitado.
Nos embarcamos en dos autobuses, con la comida preparada el día de antes en nuestro centro, nuestras estudiantes vestidas con tanta elegancia que parecía que fuéramos a cualquier sitio menos de paseo por montes y lagos, y un sinfín de teléfonos preparados para fotografiar cada momento del paseo.
A la hora de andar por caminos o piedras, ellas sin problemas se sacaban los zapatos elegantes que se habían puesto e iban descalzas. No pudo faltar el autobús que se quedó enterrado en medio de uno de los senderos de arena, y nos hizo esperar un buen rato hasta que el conductor con ayuda de la gente local pudo reemprender el camino. Eso sí, durante la espera, el otro autobús se convirtió en pista de baile para las que preferían bailar a esperar bajo un árbol. Y después de pasear, ver camellos, jabalís, avestruces, infinidad de flamencos y marabús, comimos juntas y lavamos los platos con tierra y agua caliente de un riachuelo cercano que se había formado con las aguas termales.
La sorpresa mayor del paseo fue ver los géiseres naturales que se forman al lado mismo del lago. En los días festivos la zona se llena de gente que sale de excursión y meten en los géiseres bolsas con patatas y huevos y se los comen cuando los tienen hervidos. ¡Creo que en nuestro próximo paseo haremos lo mismo!
Disfrutamos del día y tuvimos un ambiente muy agradable. Nos reímos y nuestras estudiantes pudieron conocer las maravillas naturales que tienen, tan cerca de Meki, su ciudad. El paseo fue muy positivo, pero, eso sí, ¡al día siguiente muchas faltaron a clase porque decían que estaban agotadas de lo mucho que caminamos y lo mucho que bailaron el día anterior!”.
Celebración de la primera promoción de mujeres capacitadas
La Comunidad de San Pablo inició hace un año cursos de capacitación laboral para mujeres y jóvenes en el Vicariato de Meki, en Etiopía. Ahora, desde allí, María José Morales (encargada de este proyecto), nos dice lo siguiente:
«El sábado 18 de febrero fue un gran día para nuestro centro de capacitación: un auténtico acontecimiento. No hay cámaras, ni videos, ni gestos, ni palabras que puedan llegar a expresar lo que representó la graduación de nuestros primeros cuarenta estudiantes.
La semana anterior se crearon los comités encargados de preparar la celebración: una profesora y tres alumnas de cada curso. El resto ayudamos en todo lo que pudimos para decorar el centro, preparar cantos, conseguir los uniformes de graduación (que no podían faltar), montar una gran tienda de campaña en la que acoger a los invitados y preparar galletas, café y comida para las 200 personas que participamos en la celebración.
Y llegó el día, y empezó bien pronto. Las primeras en llegar fueron las responsables de los comités organizativos para asegurarse que no faltara nada. Y después las estudiantes vestidas con sus uniformes de gala y acompañadas de sus familiares.
Para ellas, poder graduarse tras haber estudiado un año entero en nuestro centro, tener una profesión, invitar a sus familiares, fotografiarse antes y después de recibir su certificado de manos del obispo del Vicariato de Meki y de la directora del centro representa muchísimo más de lo que nos podemos llegar a imaginar. Son jóvenes que no habían acabado estudios y con escasas oportunidades laborales, que ahora se graduaban como cocineras, modistas y pintoras; algunas ya están trabajando gracias a tener la formación recibida. Todas estaban radiantes de alegría y entusiasmo, ellas también se iban a graduar y podían demostrar a los suyos, y a ellas mismas, lo mucho de lo que han sido capaces.
Así nos lo expresaron en los discursos espontáneos de agradecimiento que nos dirigieron tras la entrega de su certificado de graduación. Emabet agradeció la oportunidad que les brindamos en nuestro centro para formarse profesionalmente a muchas que, como ella misma, habían regresado de los países árabes. Volvieron y se encontraron con el rechazo de sus familias, sin posibilidades de trabajo y con mucho desánimo por no haber logrado el futuro mejor que habían esperado hallar en su intento de emigrar. Emabet es ahora profesora de cocina en nuestro centro, y otras estudiantes de cocina están ya trabajando en hoteles de la zona. Las estudiantes de costura hicieron su primera entrega de uniformes en una guardería cercana y se han constituido en cooperativa para poder hacer los uniformes escolares que son de uso obligado en todo el país. De momento tenemos ya un pedido de 500 uniformes escolares y 30 uniformes para profesores.
Difícil también expresar la alegría de las familias que acompañaron a sus hijas en este día tan especial, y la alegría de todos los que hemos trabajado duro y con mucho entusiasmo a lo largo de este año para que este momento fuera posible. Todos nos hemos graduado un poco con nuestras estudiantes y les deseamos lo mejor en esta nueva etapa que ahora inician como profesionales.»
Jóvenes retornadas a Etiopía desde los países árabes se capacitan en el centro de la Comunidad de San Pablo en Meki
En agosto de 2016 empezamos nuevos cursos de cocina, costura y peluquería en el centro de capacitación “Kidist Mariam” que la Comunidad de San Pablo tiene de Meki, Etiopía. Inauguramos también cursos de segundo nivel de costura y cocina, con lo que el número de estudiantes del centro aumentó a 93. A lo largo del año 2016 habremos capacitado a 160 mujeres, y celebramos que así pueda ser.
La mayoría de nuestras estudiantes son jóvenes que no pudieron acabar estudios y que ahora, debido a su falta de capacitación, no tienen trabajos adecuados. De entre ellas tenemos a un grupo de dieciocho mujeres que siendo muy jóvenes emigraron a Arabia Saudí o al Líbano en busca de oportunidades laborales, para poder ayudar a sus familias con lo que ganaran. En Etiopía, son muchas las que intentan esta vía para salir de la pobreza. Sin embargo, en la mayoría de los casos allí se encuentran con una realidad muy distinta a la que esperaban, sufriendo todo tipo de maltratos y vejaciones.
Ante esta explotación de mujeres inmigrantes, Caritas Internacional abrió varias casas de acogida para jóvenes inmigrantes en los países árabes. Las jóvenes que, escapando de esta situación, llegan a dichas casas de acogida, reciben ayuda material y psicológica y se les proporcionan asimismo documentos para que puedan retornar a sus países. Las que regresan a Etiopía son recibidas también en una casa de acogida en Addis Abeba. Desde allí se contacta con sus familias, para intentar que las jóvenes puedan integrarse en ellas de nuevo. La tarea de reinserción es complicada, pues muchas veces son rechazadas por sus propias familias, ya que la mayoría enviaron a sus hijas jóvenes, fuertes y llenas de vitalidad, y a su regreso las recuperan muchas veces con bebés, y psicológicamente muy afectadas por los abusos vividos durante su periplo.
Las estudiantes retornadas que tenemos en nuestro centro participan de los cursos de capacitación de costura y cocina, mientras desde el Vicariato de Meki se sigue trabajando con ellas para lograr su reinserción familiar. En los cursos se integran con otras jóvenes de su misma edad, muchas de las cuales vivieron experiencias similares. Es asombroso ver el interés que tienen por aprender, por tener una buena capacitación, y su alegría por ser tratadas con respeto y ser valoradas por los muchos talentos que tienen. Al verlas se nos hace difícil imaginar las muchas dificultades por las que han pasado en los últimos años.
El pasado domingo, el dueño de un nuevo hotel cercano a Meki nos invitó a comer en su restaurante. Nos quería mostrar su agradecimiento por las nuevas cocineras que tiene: Kasech y Zenafakech, dos de nuestras estudiantes del segundo nivel de cocina, ambas retornadas del Líbano. La comida, el servicio y las atenciones que recibimos fueron de primera. Todos estuvimos muy contentos: nuestras estudiantes, su nuevo jefe, su profesor de cocina y nosotras.
Esperemos que, al igual que Kasech y Zenafaketch, muchas otras jóvenes de nuestro centro puedan encontrar buenos trabajos. Y que ellas puedan servir de ejemplo para que aquellas que siguen pensando en emigrar a los países árabes sepan que también en Etiopía pueden tener un buen futuro. Desde el centro “Kidist Mariam” seguiremos trabajando para que ello sea posible.
En el alejado pueblo de Barrera (Azua, República Dominicana), donde los hombres subsisten de la pesca, la quema de carbón y poca agricultura, muchas mujeres intentan ayudar, a menudo en vano, a la economía familiar.
Hace ya varios años empezamos a dar apoyo con becas, en especial para jóvenes madres de familia que querían mejorar sus vidas y las de sus hijos. Hasta el momento ya han estudiado una carrera universitaria diez mujeres de esa comunidad; tenemos educadoras, enfermeras, contables...
En este curso pasado, y con la colaboración de la Fundación Maite Iglesias Baciana (de España), Yudamaris y Yomaira Méndez, licenciadas en enfermería, pudieron realizar un diplomado en habilitación docente en la Universidad Católica de Santo Domingo. Ya terminaron hace unos meses y Yomaira consiguió una plaza como educadora en la escuela secundaria de su localidad. En Barrera, debido al esfuerzo del gobierno en ampliar la jornada escolar, se construyó una escuela primaria nueva, que tiene clases durante siete horas (a diferencia de cuatro horas antes) y la antigua escuela primaria es ahora secundaria. Antes los jóvenes del pueblo tenían que desplazarse a otras comunidades para cursar secundaria, con enormes dificultades de transporte. Como el gobierno necesita muchos docentes por el nuevo plan educativo de tanda extendida, las dos hermanas, licenciadas en enfermería, decidieron realizar el diplomado de habilitación docente y pasar al sector educativo para conseguir un trabajo. Yomaira ya lo ha conseguido y esperamos que Yudamaris lo haga pronto.
Encontramos a Yomaira hace unos días en una reunión para iniciar microcréditos con mujeres de su pueblo. Ella sigue con el botiquín de la comunidad, que es un proyecto de la parroquia, y nos mostró muy contenta y agradecida su título (como puede verse en la foto adjunta). ¡Yomaira, muchas felicidades!
En el Día Internacional de la Mujer queremos compartir la historia de esta mujer de la zona rural de Cochabamba.
Llevar años en un lugar, compartiendo con sus gentes y acompañando sus procesos personales, nos ofrece sus regalos. Deysi Rosa es un regalo así: la conocimos cuando tenía apenas tres años y justo habíamos llegado a la comunidad de Totora Pampa (Cochabamba, Bolivia). Deysi, la segunda de cinco hermanas, siempre fue tímida, responsable, trabajadora y dotada de una gran fuerza interior. Sin embargo, el ambiente familiar en el que vivía no le auguraba éxitos. Su hermana mayor tenía 20 años y ya estaba criando dos hijos; su hermana menor no quería estudiar porque sus planes eran buscarse un marido “ahora que estoy joven”.
Pero ella tenía ese “algo” impreciso que palpita en algunas personas y que enseguida te hace pensar que pueden mejorar sus vidas, que no se resignan a aceptar un destino sombrío. Durante años vimos el empeño y las ganas que Deisy Rosa puso en sus estudios a pesar de que la mayoría de sus compañeras iban abandonando las aulas y formando familias. Cuando le preguntábamos qué quería de su vida, adoptaba una postura firme, a pesar de su timidez, y nos contaba que le gustaría lograr algo más que trabajar la tierra y tener hijos; con ojos soñadores nos decía que quería estudiar y conocer otros lugares. Su planteamiento, en apariencia sencillo, era todo un reto, porque para hacerlo realidad ella debería romper con esquemas culturales y superar muchas barreras económicas. La distancia de la zona de Totora Pampa, en las montañas, a la ciudad de Cochabamba, no era sólo geográfica sino también económica y social.
Viendo su situación y la de varias muchachas de la misma zona que se nos habían acercado, nos animamos a becar a seis mujeres para estudiar enfermería en una institución creada hace más de veinte años para mujeres de zonas rurales. La ventaja de la institución es que, con una gran calidad, brinda a las becadas espacios de estudio, material, alimentación, horarios y un lugar para vivir. Las jóvenes de zonas rurales pueden de esta manera salvar los obstáculos y barreras antes mencionados, completando su formación profesional en un ambiente adecuado.
Hoy Deysi Rosa está ya metida de lleno en sus estudios, y nos cuenta cómo aprovecha al máximo su tiempo porque sabe que esta oportunidad es un regalo. Pero nosotros pensamos que ella misma es un regalo: su fuerza interior ha abierto una puerta cerrada para que otras mujeres de Totora Pampa sigan sus pasos.
Debido a la necesidad manifiesta de capacitación para mujeres jóvenes en la zona de Etiopía donde nuestra Comunidad está presente, recientemente hemos puesto en marcha, como parte de nuestros esfuerzos para colaborar con el Vicariato Apostólico de Meki, el centro “Kidist Mariam Maakel” (Centro Santa María). Con este centro queremos ayudar a que mujeres que no han podido acabar estudios aprendan una profesión que les permita obtener un trabajo digno y ser autosuficientes. De momento se imparten cursos de cocina, costura y pintura, de una duración de seis meses.
En la inauguración, el pasado 1 de febrero, Mons. Abraham Desta (obispo de Meki) bendijo el edificio donde se desarrollarán los cursos y a todos los presentes, y como es tradicional en Etiopía preparamos café y compartimos un gran pan entre todos los asistentes. El primer grupo que se está formando es de 56 estudiantes. ¡Ya os iremos contando cómo evoluciona este nuevo proyecto!
Desde República Dominicana Dolores Puértolas nos cuenta lo siguiente:
«Emulando el slogan de Barack Obama en su campaña hacia la presidencia de los EE.UU., el grupo de Pastoral de la Mujer de la Parroquia de Sabana Yegua, en el sur de la República Dominicana, terminamos nuestras reuniones con este adecuado grito de guerra: ¡SÍ, SE PUEDE!
Para nosotras no es un lema político sino una idea que queremos que las mujeres hagan suya. Soñamos en empoderar a las mujeres, fortalecer su autoestima, capacitarlas y proveerles de recursos para mejorar sus vidas. Hace un año invité a cuatro mujeres profesionales del pueblo a unirse a mí y formar un equipo para conseguir que un buen número de mujeres vulnerables y sin estudios pudieran superarse.
El grupo, que se reúne quincenalmente, tiene capacitaciones de todo tipo y también da apoyo a casos particulares, al mismo tiempo que se ha configurado como un grupo de amigas y de apoyo mutuo. Lo más importante es que tras un año de reuniones se sienten felices de haber recibido talleres de autoestima, salud, familia, comunicación, psicología, contabilidad casera, etc. Y ahora estamos pasando a la segunda fase, la formación en emprendimiento, para que puedan iniciar pequeños negocios y ganen un sustento para ellas y para su familia. Muchas de las que acuden son madres solteras que han criado entre 5 y 7 hijos. Algunas han llegado a plantearse ir a la universidad, pero ante la falta de recursos han preferido que sus hijos mayores puedan hacerlo, sacrificándose ellas una vez más. Son mujeres luchadoras; la mayoría no se han echado atrás ante las dificultades de la vida, realizando todo tipo de trabajos (¡incluso quemar carbón!) para sacar adelante la familia y lo cuentan con orgullo. También nosotras nos sentimos muy orgullosas de quienes son y de su voluntad de empoderarse, y por eso al finalizar las reuniones terminamos con el ‘grito de guerra’ para poder salir al campo de batalla de la vida: ¡Sí, se puede!”
Hace algunos meses Perla Fernández se apuntó al curso de confección de bolsos que ofrecía la Parroquia La Sagrada Familia en Sabana Yegua. Anteriormente ya había completado el curso general de costura, y también uno de tapicería. De hecho su padre es tapicero, pero las entradas que le aporta este negocio son muy escasas. La preocupación de Perla era apoyar a su padre y a la vez conseguir recursos para continuar estudiando: tuvo que interrumpir sus estudios al tener a un hijo, pero ahora consiguió una beca para ir a la universidad. Sin embargo, todavía tenía que conseguir recursos para pagar su transporte y materiales de estudio, y entonces se inscribió al curso de confección de bolsos. Terminado el curso, Perla ha podido vender un buen número de los bolsos que ha confeccionado allí, y con los ingresos de la venta ahora podrá pagar su transporte y materiales de estudio. Nos alegramos mucho por ella, y la felicitamos por su tenacidad. ¡Ánimo Perla, que ya tienes el impulso para iniciar la universidad!
Nairobi Rodríguez se enteró del curso de cocina que se ofrece en el nuevo centro cultural de Sabana Yegua pero, como dice ella misma, “no sabe las letras”, y temía no ser aceptada. Decidió ir con su hija de acompañante, que está en primero de secundaria, y que ella tomara nota de todas las recetas. Así fue como finalizó el curso de 60 horas de cocina básica para grupos vulnerables, facilitado por INFOTEP, una institución del gobierno dominicano de formación profesional y técnica. Los dos grupos de 25 personas que tomaron el curso están entusiasmados y continuarán con el curso de repostería y postres, de 180 horas. ¡Eso ya son palabras mayores! Se necesitan más ingredientes, utensilios… y tendrán que ver de dónde sacan un dinerito, porque aunque el curso sea gratis, hay que conseguir algunas cosas para después poder deleitar a la familia y amigos en casa. Nairobi se siente muy agradecida por el curso de cocina y se apuntará también al de repostería, pero lo más importante es que una vez más, vuelve a animarse a continuar con sus estudios de primaria. Haber terminado este curso le hace pensar que podría llegar mucho más lejos si supiera escribir y leer bien, así que, aunque trabaje por las mañanas, y por las tardes tenga que atender a sus cinco hijos, se organizará, porque si algo tiene muy claro es que ya no quiere seguir siendo analfabeta.